Vida, idas y venidas...

sábado, 17 de enero de 2015

Ciudad gris, montañas verdes

Cogió su mochila y partió, sin rumbo fijo. La ciudad apestaba, demasiado ruido, exceso de humo. Las aceras eran horribles, no quedaba rastro de naturaleza en aquella ciudad, los árboles, no tenían vida, el césped era algo de lo que ya ni se acordaba. Había parques, sí, pero estaban rodeados de coches y edificios.
Subió, y subió, hasta llegar a un camino de tierra, en el que se introdujo con decisión. Dentro de la mochila únicamente llevaba una navaja multiusos, agua, comida, una muda limpia, un gran trozo de tela, cuerdas y un saco de dormir. Al llegar la noche buscó refugiarse entre piedras y árboles para cubrirse un poco del viento, montando una especie de tienda de campaña con aquel trozo de tela y las cuerdas. La noche allí era diferente. El olor de la hierba humedecida, los sonidos de los grillos, el movimiento de pequeños animales que pululaban por allí. Antes de acostarse se encendió un cigarro y caminó hasta una especie de mirador donde podía observar la ciudad entera. Llevaba una libreta encima, y escribió lo siguiente: ''Desde las alturas, todo se ve mejor, pero desde abajo, parece una porquería''.
El cigarro se consumió, lo guardó en una pequeña bolsa donde tiraba las colillas y se la guardó en uno de los bolsillos de su pantalón. Eran unos pantalones con muchos bolsillos, grises con la parte del trasero y las rodillas reforzada con tela de color negro. 
Entró en su pequeño refugio, donde había metido también el saco de dormir. Se quitó los pantalones, debajo llevaba unas mallas térmicas para no pasar frío. Hizo lo mismo con su chaqueta. Estaba rodeado de naturaleza, se sentía bien allí mismo. 
Pensó ''Esto es maravilloso, ¿por que nos empeñamos en destrozarlo todo?, ¿por que cambiamos la hierba por las aceras y los caminos por asfalto?'' Tras estos pensamientos, cayó en redondo, cerrando sus ojos durante unas cuantas horas.
Al día siguiente, se levantó, era un día caluroso. Se quitó las mallas y se puso los pantalones, y se cambió de camiseta. Comió un pequeño sandwich y comenzó a descender. El sol daba vida a la flora de aquellos senderos en los que el aroma del romero y el tomillo invitaban a quedarse allí y los pajarillos hacían de banda sonora en su camino de vuelta a la civilización, hizo una parada en un pinar para comer, cada vez estaba mas cerca de la urbe y cada vez el aire iba siendo menos puro. 
Partió de nuevo hasta llegar de nuevo al punto de partida del camino de tierra donde se había introducido el día anterior.
''Vuelta a la realidad'' se dijo así mismo montó en su contaminante coche y volvió a casa. No le quedaba otra que ser uno mas dentro del mundo real.