Vida, idas y venidas...

viernes, 28 de noviembre de 2014

El loco que bailaba y su vida color azul

Bailaba solo, en la calle, y la gente le tomaba por loco, andaba haciendo extrañas piruetas y vestía un atuendo extraño siempre con amplia sonrísa en la boca. No le importaba la opinión del resto, mas valía ser feliz ignorando a aquellas personas que solo querían dañarle sin motivo aparente. Pasaban los años y se daba cuenta de que todos aquellos que tanto le criticaban no eran felices, aquellos cuchicheos, aquellas críticas negativas, no eran mas que el reflejo de la envidia de una sociedad aburrida, una sociedad vacía, que había dejado de bailar, de sonreír y de vivir a su manera. Este hombre, era como el color azul del cielo, contagiaba alegría allá por donde pasaba. ¿El resto? Grises, como días de lluvia, ''¿Me llaman loco a mí?, los locos son ellos, que han dejado de vivir''.

Volveos locos, poned color en vuestras vidas.

Carpe Diem.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Memorias de un capitán de navío (Original de 5 Febrero 2013)

Yo, capitán de un navío comercial, nunca me hube enfrentado a similar reto. Una tormenta inusual sacudía aquel remoto punto del atlántico, parecía que le mismísimo Poseidón estaba agitando la marea, creando olas del tamaño de montañas y lanzando truenos cuyo sonido recordaba al estruendo de los cañones en aquellas batallas que viví en mis tiempos como capitán de la marina. Muchos de mis hombres parecían de trapo, deslizando de proa a popa por los azotes que la mar atestaba a mi barco. Otros desafiaban a Dios, blasfemando en la parte mas alta del barco, mientras yo decidí hacerme cargo de la situación, quitando de su puesto al timonel, luchando contra el mejor aliado y a la vez el peor enemigo de un marinero, la mar.

lunes, 27 de octubre de 2014

Boston Dealers Vol. I

Dean esperaba a Bill fuera de aquel viejo antro situado en los suburbios de Nueva York mientras sacaba del bolsillo de su pantalón un paquete de Marlboro. ''Cuanto tarda este tío'', se decía a si mismo mientras encendía un cigarrillo con un zippo.
La puerta del bar se abrió y salió Bill. Llevaba una camiseta blanca y una camisa de franela a cuadros negros y rojos, unos vaqueros rasgados y una gorra con el estampado de FedEx que ocultaba su calvicie. Tenía 46 años, y a pesar de su aspecto de dejadez, tenía dinero para comprar unos cuantos yates.
Dean en cambio, era joven, 23 años. Vestía con una camiseta gris y vaqueros claros. Sus zapatillas, desgastadas por el uso, no parecían haber sido limpiadas en una década. Se había rapado hace dos semanas, por eso su pelo parecía corto. 

-Sube al coche chico-Clamó Bill a Dean mientras se sentaba en el asiento de copiloto- Tenemos que estar en Boston mañana, pero pararemos a dormir en un motel de carretera, es tarde.
-¿A Boston? ese no era el plan tío-Dean reprochaba- El puto plan era ir a Philadelphia, está mas cerca y hay menos peligro de que la poli nos cace.
-Son ordenes chico, yo las recibo y yo te las doy, en este negocio manda la ley del mas fuerte-Dijo Bill- Si no estas agusto, puedes irte, quizá mañana tu cuerpo termine en el maletero de un coche, a nadie le gusta un traidor.
-No voy a dejar este trabajo, no tengo nada en esta mierda de vida mejor. A pesar de no tener nada, no quiero morir.

Dean subió al coche, nada del otro mundo, un pickup de Toyota con el que pasaban desapercibidos en la gran mayoría de sus viajes. Bill era el intermediario de un conocido traficante, toda su vida giraba entorno a la droga, algo normal cuando te has criado en el Bronx entre pipas de crack y demás estupefacientes que se habían llevado a mas de uno de sus amigos, vecinos y familiares. Era un tipo frío, calculador e inteligente. Había acumulado una fortuna a base de dinero negro que era blanqueado gracias a un restaurante familiar en las afueras de Manhattan. Siempre vestía de forma sencilla. Nunca le habían pillado y desde luego, no quería ser extravagante bajo ningún concepto.
Dean, en cambio simplemente conducía. Era el cabeza de turco, un currito si ocurría algo, el se llevaba el marrón. No tenía familia, fue abandonado en un orfanato al nacer, de ahí la indiferencia que le causaba el peligro de su trabajo. Era dinero fácil para un pobre diablo sin nada que perder.
Tras una hora y media de viaje, pararon en el High Raills Motel. Estaban a medio camino de Boston, pero entre los desorbitados precios de la ciudad y la reputación de Bill en los bajos fondos, era mas barato y seguro mantenerse algo alejados. El era un perro viejo que se las sabía todas.

-No se porque paramos -Decía Dean mientras fruncía el ceño- Si llegásemos hoy a Boston, mañana nos ahorraríamos el madrugón.
-Si quieres ve tu, adelante -Dijo Bill en tono desafiante- Pero llevo 27 años haciendo esta mierda, las bandas conocen mi cara, y probablemente la tuya, desgraciado. Si quieres que te peguen un tiro por la espalda ve tu, yo no pienso arriesgar, pronto dejaré este negocio y me retiraré a las afueras de la ciudad en un pequeño rancho. 
-Jodido viejo, eres un gallina -Bromeaba Dean- No eres tan bravo como dicen.
-Más vale precavido pero vivo que bravo y en el fondo del mar con un bloque de hormigón enganchado a tu pie.

Ninguno de los dos dijo nada mas. Reservaron dos habitaciones en aquel motel y bajaron al bar. Pidieron unos whiskys con hielo. Bill sacó dos puros habanos y le ofreció otro a Dean, este aceptó. El hombre tras la barra y dueño del bar, era un viejo conocido de Bill, sacó unas cerillas y les encendió 
los habanos en un acto de cortesía. 

-Hombre Bill amigo, cuanto tiempo sin pasar por aquí.
-Jeff, me agrada volver a verte perro judío-Bill sonreía, era raro en el- ¿Como va el negocio?
-El mío bien, con la costrucción del nuevo centro comercial muchos pueblerinos paran por aquí a tomar algo tras el trabajo -Jeff sacaba tres pequeños vasos, donde virtió vodka- A esto invita la casa, ¿Quien es tu joven amigo?
-Este es Dean,... digamos que es mi chófer, conduce de puta madre esa vieja ranchera. Fue proyecto de piloto de NASCAR, pero ese es un tema que no viene a cuento. ¿Como está el tema en Boston actualmente? -Preguntó en un tono de voz mas bajo.
-Si te soy sincero Bill, las cosas están cambiando -La cara de Jeff era de preocupación- Una banda del este de Europa se está introduciendo en el mercado y tienen una mierda a buen precio, están reventando el mercado. Se basa en explotación del personal, unos hijos de puta. Dicen que un magnate ruso anda detrás de toda esa movida.

-Mierda, ¿crees que mi integridad peligra?
-Puede ser -Dijo Jeff-Han caído muchos de los grandes. Esa gente es peligrosa, gasta cuidado, llevas muchos años trabajando en esto, pero todo cambia con el tiempo y estos hijos de puta no tienen ni escrúpulos ni humor. Ve pensando en retirarte y haz como yo.
-Lo he pensado, te lo juro, solo tres meses mas y esto habrá acabado.
-Eso espero, aquí siempre tendrás un refugio, por lo que pueda pasar.
-Te lo agradezco amigo.

Jeff fue un antiguo trabajador en los mundos del hampa, aun mantenía contacto con ciertas bandas de Boston, sabía todo lo que ocurría allí y no se le escapaba una. Era el soplón de Bill, un tío que nunca fallaba y que ahora vivía con la conciencia tranquila a pesar de haber pasado toneladas de cocaína por toda la costa este y un par de delitos por extorsión y atraco a mano armada con homicidios incluídos.
Dean estaba al otro lado de la barra, sentado. Una chica se le acercó.

-¿Puedo? -Dijo la chica-He parado aquí para tomar algo, voy a Boston.
-No te voy a prohibir que te sientes, no me apetece que te sientes aquí, pero haz lo que te de la gana.
-Tranquilo chaval-Dijo ella-Con ese carácter no vas a impresionar a una dama como yo.
-¿Una dama?, ¿como se que eres una dama? -Preguntaba en tono jocoso- ¿Hay un carnet de dama o algo?
-Maldito gilipollas, púdrete en el infierno.
-Vivo en el infierno, pedazo de puta -Gritó Dean desbocado- Piérdete.
Bill se le acercó y comenzó a darle un sermón:
-Chico, esa chica era preciosa -Dijo- ¿Donde están tus modales?
-Yo estoy feliz con mi vaso y mi habano. No necesito nada mas ahora mismo.
-Jodido desgraciado. Llevo toda mi vida solo. Toda la vida -Bill adoptó una postura cómoda apoyado en la barra- Ahora tengo 46 años y estoy jodidamente solo. No cometas mi puto error, si puedes salir de esto sal, cuando yo lo haga, y hazte un hombre de bien. Estamos metidos en un mundo lleno de peligro donde este dinero parece darnos la puta felicidad, pero vivimos con la incertidumbre de acabar siendo ruina. 
-Bill, soy un golfo, un buscavida. En mi vida hice algo bueno, solo se conducir nada mas -Decía el- Quizá mi destino sea morir conduciendo esa ranchera o un deportivo. Quiero ser el capo, quiero subir, a toda costa.
-Es tu decisión -Dijo Bill- Yo te estoy dando un consejo, demasiados años, demasiado solo. No tengo a nadie para compartir todo esto.
-Vayamos a un burdel -Dijo Dean con una pícara sonrisa en su rostro- Se te quitarán las tonterías, eres un viejo acabado.
-No entro en ese juego ya, ve tu si quieres.

Tras el fin de esta conversación, subieron a sus habitaciones. Sus vidas eran muy diferentes. Bill ya no podía dar marcha atrás, el veía a Dean como un reflejo de el en su pasado, le había cogido cariño al chico, el era como un padre para el y no quería que terminara solo.
''Este chico, es una bala perdida'' Pensaba ''Algún día espabilará''.

En medio de la noche, Bill decidió coger el coche e irse solo. Le dejó una carta a Dean, donde le escribió que dejara esa vida, que no era para el. Junto a la carta había un sobre con los papeles del restaurante a su nombre y 120.000 dólares. 

Dean decidió irse e instalarse en Manhattan. Alquiló un piso y comenzó a regentar el bar. Una semana después le llegó una noticia terrible, Bill tomó su billete de solo ida hacia una muerte segura. Aquella banda del Europa del Este lo ejecutó, Jeff lo había vendido y Bill lo supo desde el fin de aquella conversación en el bar. 

-Juro venganza -Se decía el mismo en soledad- Esas ratas pagarán.

Estaba apunto de volver a los bajos fondos. Parecía que toda la charla cívica de Bill no había servido de nada al fin y al cabo. Su mentor había caído y la rabia contenida afloraba.

¿Continuará...?

martes, 14 de octubre de 2014

La música, que sería de las personas sin la música.

19 días y 500 noches es mucho tiempo, que caro es el tiempo haciendo que por la boca viva el pez metido en una sopa que se queda fría, a mi que me den vino tinto hasta que los ojitos se me pongan rojos, sobran los paseos en vacaciones y me siento bien, puede ser que a veces yo sea insoportable y en algún lugar de un gran país vuelan cien gaviotas o mas a lo largo de 7 mares, en los que un soldadito marinero se ha pasado mas de una noche en vela al recordar la casa azul donde creció, no sabe si son sueños o si ahora va sin documentos como el pirata cojo, pero quiere un cadillac solitario en el que huir a contracorriente hacia aquellos años locos. El está sereno, piensa en aquella tarde, en mañana, en la chica de ayer y salta mirando a la luna lunera como un lobo-hombre en París exiliado en el lavabo que antes que ver el sol, donde puede ser que la vida le lleve, que el tiempo no le cambie con la camisa negra puesta. Grita no es así, quisiera el saber porque le gusta disfrutar de las cosas pequeñitas y del aire de la calle caminando por la vida y por la vereda de la puerta de atrás. He de saber que todo esto es muy extraño, estando frente a la luna y el mar como el año que vivimos peligrosamente en la escuela de calor pensando en la emperatriz y en princesas con el corazón partío en el muelle de San Blas mientras escucha aquella canción de los años 80.

lunes, 6 de octubre de 2014

Típico intento Beat, pero los 60's quedan tan lejos...

Salió del coche y entró en una gasolinera, no había mas de 5 personas dentro. Compró un paquete de Lucky Strike, dos revistas y refrescos, aun quedaba mucho camino por recorrer en el viejo pero potente Pontiac Firebird. Ese flamante coche rojo había pertenecido a su abuelo, mas tarde a su padre y ahora era suyo. Se dirigió a la caja, pidió que le llenaran el depósito y pagó.
Viajaba solo, dejó atrás las compañías, porque solo le daban dolor de cabeza, día tras día, hora tras hora, ahora era libre, y deseaba darle caña a aquel trasto restaurado, ¿Quien sabe si iría a Las Vegas a forrarse o a hacer fortuna?
Podía hacer lo que le diese la gana, para bien o para mal, tenía un buen coche, dinero y ganas de vivir... sonaba Jefferson Airplane en la radio y no sabía si el tiempo dio un giro y lo llevó a los 60.
El pensó para si mismo ''Que carajo en esa época todo era mas sencillo''. Un par de chicas iban en un coche que también iba a repostar, era el momento de irse, le guiñó el ojo, arrancó el coche y se fue.
Condujo hasta un acantilado, se encendió un cigarrillo a la vez que pronunciaba ''La vida, que es fantástica''.

martes, 23 de septiembre de 2014

Esperando al invierno.

''¿Ves esas flores? Desaparecerán en el otoño, como las hojas de los árboles, la propia naturaleza les da vida y se encarga de quitársela. El frío vendrá, me gusta el frío, y los viernes por la noche en invierno en los que decido quedarme en casa tapado con una manta viendo una película hasta altas horas hasta que el sueño me invade y decido que es hora de meterse en la cama, me tapo, me tapo mucho, siento el peso de las sábanas, la manta y el edredón, provocando una sensación de comodidad y relajación, caigo pronto y duermo hasta que me da la gana, es de las mejores sensaciones que hay, para mí es como un artículo de lujo, no puedes hacerlo siempre, pero de vez en cuando sienta bien y te hace ver la vida de otra manera. El invierno y sus pequeños placeres, envidio a los animales que hibernan, estos si que saben de la vida''.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Conversación de bar típica a la Americana.

Aquel sucio bar recordaba a un estercolero, era sombrío y lugubre, el suelo estaba ligeramente pegajoso y el viejo camarero tenía una mancha en su camisa del tamaño de un puño, probablemente sería una mancha de licor. Scott y Jamie bebían cerveza como si fuera agua sumidos en una conversación tan cotidiana y absurda como la vida misma.

Scott era un tío progresista, que anteriormente había defendido ideas comunistas, pero con los años fue dejando de lado ese mundo, tenía unos 34, iba vestido con una sudadera gris, pantalones vaqueros y deportivas. Tenía el pelo desaliñado y una barba de diez días que olía a whisky, en cambio Scott era un pureta de 42 años, corredor de bolsa, trajeado, bien afeitado y con un peinado que cuidaba semanalmente yendo a su barbero de confianza, realmente nadie sabe que hacía este tipo en ese bar tan cutre.

-Pues a mi me parece que los jodidos Republicanos solo hacen mierda a nuestro país, metiéndonos en guerras y mandando a morir a nuestros jóvenes, ¿Como te atreves a defender ese puto atropello? -Gritaba Scott.
-¿Mandando a morir? Es su puto trabajo, y hay que acabar con esa jodida amenaza de Oriente Medio -Defendía Jamie- ¿Que me vas a contar tu de los Demócratas?, son las jodidas putas de los Comunistas, ¡esa gentuza solo va a destruir América!, ¡Son el puto enemigo público!
-Dios mío, Jamie, ¿como puedes ser tan carca con esa edad? -Reclamaba Scott- ¿Que será lo próximo que me vas a decir? ¿Que el KKK nos va a salvar?
-No digo eso imbécil -Dijo Jamie- Sabes de sobra que los verdaderos valores de EEUU son cosa del Partido Republicano, mientras que los jodidos perros demócratas se centran en dejar que toda esa gentuza latina venga a mancillar nuestro país.
-Definitivamente, se te ha ido la puta cabeza tío -Dijo Scott terminándose su cerveza- ¡Jefe! ponme otras dos cervezas, y una ronda de chupitos.

Ambos siguieron discutiendo burdamente de sus ideas políticas, hasta que abandonaron el bar. Ninguno de los dos había cambiado el mundo con esa conversación, vaya par de estúpidos.

viernes, 8 de agosto de 2014

El viejo Maverick.

Habían pasado 10 años desde aquel rollo bohemio en el que Josh Huttington consiguió el éxito siendo una especie de relaciones públicas, era una especie de orador, todo el mundo le respetaba y le seguía. Cualquiera podría pensar que era un líder sectáreo, pero no, el no pedía ni dinero, ni donaciones, ni nada, simplemente ofrecía entretenimiento y la búsqueda de la felicidad a todos aquellos a los que le interesaba esta mediante historias y hazañas suyas.
Se había criado en Colorado, cerca de las montañas, pero el destino lo llevó pronto a la Gran Manzana, donde comenzó a escribir y a actuar. Durante muchos años fue el jodido referente en cuanto a varios tipos de artes, pero en los últimos años, se sentía mas solo y mas fracasado.
Aquel día volvió a Denver, y entró en The Hunter's, un viejo bar cercano a un lago donde solía ir con su padre ya fallecido cuando tenía cuatro años. Allí, mas canoso que nunca, volvió, a  encontrarse con Maverick.
Maverick, era un tío de unos sesenta y tantos, que conservaba su media melena peinada hacia atrás y una barba al estilo de Hemingway, otro sabio, al igual que el. A pesar de su edad, vestía como un hippie, era un hombre aparentemente viejo, pero joven de corazón, decía que combatió en Vietnam, pero la mitad de los Estados Unidos de América sabían que no era cierto. Este viejo lobo, fue el mejor amigo de James Huttington, padre de Josh, conocía a ambos como si fueran sus hermanos. Poco tardó en obviar la preocupación que tanto corrompía a Josh.
-¿Que te ha pasado, hijo? -Preguntaba Josh a su antiguo mentor.
-Nada - Respondió- La fama, todo, se esfumó...
-Es la vida, hijo-Dijo Maverick.
-Yo era el puto líder, el jefe, me adoraban, causaba puto furor, todo el mundo quería ser como yo, podía mearme en la tumba de Scarface, y ahora cualquiera puede venir, pisotearme y hacerse una servilleta con mi calavera para limpiar su sucio culo.
-Debes mejorar, hijo -Dijo Maverick- Tienes volver a la senda del triunfo, ¿algo mas te preocupa?
-El fracaso -Asentía mientras sacaba de su bolsillo un paquete de Camel Light- ¿Quieres uno, Mav?
-No, gracias. Dejé de fumar el tabaco, prefiero mascarlo - Maverick le dio una palmada en la espalda a Josh- La vida es una montaña rusa, hijo. Algunas veces subes, y otras caes al vacío y pum! a la mierda. Ahora mismo estás abajo, pero vas a subir, te conozco desde que eras un jodido enano cuya nariz estaba llena de mocos.
-¿Tu crees? -Preguntó Josh.
-Claro hijo, de eso trata la vida, no se como no lo has pillado. Eras la polla, y ahora estas en la mierda, como las moscas, y las putas moscas vuelan, así que tu debes volar y subir. Si algo he aprendido en esta vida es eso.

domingo, 18 de mayo de 2014

La vida en un vaso

Puedo resumir la vida en un vaso, un vaso de whisky escocés con hielo concretamente.
El volumen del whisky parece mayor gracias a los hielos, pero a medida que se va consumiendo, te das cuenta de que el volumen va bajando, parece aumentar cuando el hielo se derrite, pero no es así, al final todo el contenido etílico que es el alma del vaso termina desapareciendo, como desaparecerán nuestras almas en el olvido al perecer.

La vida es un vaso de whisky, y hay que tomarlo poco a poco, sin prisas, soy consciente de que a este vaso aún le queda bastante licor, voy por el segundo sorbo y aún quedan unos cuantos mas.

lunes, 12 de mayo de 2014

Las cuatro estaciones.

Ver la vida pasar, como pasan las hojas cuando viene el otoño y las hace caer, ver esos ojos verdes y pensar en lo bonito que es todo cuando sonríes,  Suave tu piel como la cálida brisa de un día de verano en una playa de arena fina como tus cabellos. Tu piel blanca, impoluta, como la nieve que cubre los caminos y los jardines en los inviernos, los inviernos son duros, como las despedidas, pero pronto llegará el verano.

martes, 4 de marzo de 2014

La decadencia de Bradley II

''Habían pasado dos años, Bradley seguía bebiendo, tocando fondo y pasando de la treintena, sentado con la espalda apoyada en la pared y una botella de Bourbon entre sus manos, en aquel loft en 5th Avenue que años atrás rebosaba de vida.
Recordaba todas aquellas fiestas a las que acudían personalidades de diversas artes provenientes de grandes ciudades, tanto de Estados Unidos como de Europa, ¿Quien acudía ahora?, las ratas que roían sus viejos calcetines y le acompañaban en sus borracheras diarias, el polvo carcomía los muebles, el suelo estaba pegajoso por todo el alcohol seco que había derramado.
El, tenía un aspecto sucio, sus condiciones de vida no eran dignas de un artista que años atrás se codeaba con cantantes, actores de Hollywood y demás autores de fama internacional.
Recordando todo aquello, decidió dejar de caminar por la senda del perdedor que le había llevado a ese estado, sacó su vieja máquina, no sin antes lavarse las manos y comenzó a escribir:

Enero, 1970 ciudad de Nueva York... He vivido, caminando en una cuerda, la cuerda de la vida, a los lados el abismo, la muerte vestida de licor, era fría y cristalizada, venía a por mí, pero he conseguido recuperar la cordura y aquí me encuentro, sucio pero sereno, una vez mas...''

lunes, 3 de marzo de 2014

Rutina

Y de nuevo como todas las noches se encontraba en la cama, luchando por conciliar el sueño como antaño. El reloj marcaba casi las 3:00 y quedaban cuatro horas para que esa maldita alarma camuflada con la tranquila melodía de Walk on the Wildside sonase para despertarle, marcando el comienzo de otra semana, la vuelta a la rutina.

Era cuestión de horas o quizás minutos que llegase el sueño, breve y poco reparador. Una vez suena la alarma, procede al ritual mañanero, levantarse, asearse, preparar el desayuno, ingerirlo de forma automática cual zombie succionando un cerebro, vestirse, entrar en el garaje como un ser vulnerable y salir del mismo en una máquina de cuatro ruedas que a causa de la mismísima rutina había pasado de ser un objeto de disfrute a un equitativo de indiferencia y cansancio.

Coger carretera, llegar, pasar las horas, volver a coger carretera, dejar la máquina en el mismo garaje y volver a la cocina donde el sujeto se encontraba siete horas antes, esta vez sin nada que preparar. Y así un día tras otro, tras otro, tras otro, tras otro... hasta que llega el fin de semana, qe termina pronto para comenzar de nuevo el ciclo.